Aquella torre, solo contaba con una
ventana. Tenía mas de treinta pisos, y millones de actividades en ella:
televisor, sauna, baño, gimnasio, piscina, biblioteca, cocina con gran variedad
de comida, etc...Pero aquella torre, también tenía un defecto, y es que todo el
que entraba en ella, perdía el contacto con el exterior. Las puertas se cerraban
automáticamente. Y aunque contaba con vidrieras transparentes, para dejar pasar
la luz, solo una ventana en su cima, permitía el contacto, con la vida fuera de
ella. Bueno, esa ventana, y un ordenador con conexión a Internet.
A pesar de todas sus comodidades,
muchas personas habían muerto de aburrimiento en su interior, otras simplemente
se volvían locas y saltaban desde aquella ventana.
Para sobrevivir en aquella torre,
las intenciones de vivir en ella, debían ser nobles, totalmente puras y
desinteresada.
La mayoría habían accedido a entrar,
en busca de comodidad, para huir de sus problemas, o simplemente por puro
orgullo, pretendiendo demostrar al mundo que era posible sobrevivir allí. Cuando
uno accedía a entrar en la torre, desconocía si algún día, sus puertas se
volverían a abrir.
La última en querer entrar fue, una
joven enamorada, aún conociendo como aquel hecho podía cambiar su vida para
siempre. ¿Algún motivo debía tener?, os estaréis preguntando. Su motivo era precisamente
ese, estar enamorada. De manera, que viviendo en aquella torre, desde la única
ventana, podría ver a su amado unas horas al día. Ahora no podía verlo, más que
una vez al año, cuando el río que
separaba sus dos poblados, bajaba suficiente su caudal, durante el caluroso
verano.
La joven pensó, que era mejor verlo
unas horas al día, que tener que estar esperando la llegada del verano.
Llego el día señalado, y la joven entro
en la torre. Al introducirse en ella, y oír como la puertas se cerraban a su
espalda un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Pero acto seguido quedo
deslumbrada por los lujos y comodidades que la rodeaban: sillones de masajes,
lámparas de oro, cortinas de seda, muebles de madera de roble…. Y todo aquello
solo en el primer piso.
¿Qué abra en los otros 29? Se
preguntó la joven ante la inmensidad de lo que la rodeaba. Y así uno a uno,
poco a poco, con paciencia, fue subiendo las escaleras que la llevaban a los
pisos siguientes.
En el piso dos había una enorme
cocina de mármol, en el piso tres un enorme baño con bañera de hidromasaje, en
el piso 4 una biblioteca con todo tipo de libros, en el piso cinco un salón
recreativo de juegos de todo tipo, en el piso 6 una habitación de plata, en el
piso 7 un estudio con un ordenador de última generación, en el piso 8 una
habitación de oro, en el piso 9 un baño con ducha de hidromasaje, en el piso 10
un enorme vestidor…… y así hasta llegar al piso 27 dónde se encontraba una
humilde cocina de madera, básicamente compuesta por un horno, unos fogones y
una pequeña nevera. En el piso 28 un humilde baño, con una ducha en la que
apenas funcionaba el agua caliente. En el piso 29 una pequeña habitación, con
una cama de paja cubierta por unas sabanas blancas, y unas cajas de cartón. Y
por fin el piso 30, una habitación vacía, eso si con una ventana. La joven fue
corriendo hacía ella, y desde allí pudo ver como su amado se dirigía al
trabajo.
La joven calculó que había tardado,
más de ocho horas en subir todas aquellas escaleras, por lo que se dio cuenta
que no podía vivir cerca de los lujos, si quería estar cerca de la ventana para
cumplir su objetivo. Y decidió vivir en los últimos tres pisos, de forma
humilde. Pasaban los días, y la joven era relativamente feliz con el solo hecho
de poder ver a su amado desde allí arriba. Pero poco a poco la pequeña nevera
se vaciaba, y el aburrimiento durante las doce horas de trabajo de su amado, se
hacían eternas en aquellos tres pisos con apenas nada.
Así que diseño una nueva
estrategia, en el momento que su amado se fuera a trabajar, ella bajaría en
busca de algo de diversión y de comida, subiría algún juguete, buscaría algún
ordenador, y subiría la comida hasta la humilde cocina. Poco a poco fue
perfeccionando la técnica hasta calcular el rato que podía pasar en los recreativos,
sabiendo que tardaba ocho horas en ir del piso 0 al 30.
Era un duro trabajo, pero la joven
cargaba con la comida, tardando más de ocho horas, ya que con peso, iba a menos
velocidad. Otro día se subió un par de libros, otro día una silla, otro día encontró
un ordenador portátil, con el que podía chatear y contactar con sus seres
queridos.
Su amado desconocía que ella estaba
en el interior de la Torre, fue a través de chat que se enteró. Aunque se
sentía alagado por el sacrificio de la joven, se sentía desolado al mismo
tiempo. Él la animaba todos los días: -Ten paciencia, llegará el verano, e iré
a por ti.
La joven se comenzaba a desesperar
en el interior de la torre, se repetía a ella misma, que el verano llegaría, y
que su causa era noble, que podía ser mas noble que el amor.
Aún así poco a poco dejo de tener
fuerzas para realizar cálculos, para estar siempre en la ventana, en guardia,
esperando a que llegara su amado. Se sentía agotada, frustrada, y a veces
incluso arrepentida de su decisión.
La desesperación se apoderaba de
ella, solo las amables palabras de su amado, y sus seres queridos conseguían
animarla.
Quedaba mucho para que llegará el
verano, la joven no podía más- Se asomó a la ventana y deseo saltar desde ella,
pero no tuvo valor, y así un día tras otro.
Veía a su amado, se comunicaba con
él, pero los días pasaban, y a través de aquella ventana ella solo veía lo
lento que pasaba el tiempo, como nevaba, como llovía, como hacía sol…….El
tiempo pasaba y pasaba, y ella cada día se asomaba a la ventana y deseaba con
mas fuerza saltar desde ella y acabar con su aburrimiento y su sufrimiento.
Se repetía que su causa era noble,
que aquella torre no podría vencerla, pero una vez al día mínimo, se rendía
ante la idea que todo había terminado, que sus fuerzas se habían agotado, que
aquella decisión era una locura.
Su amado la intentaba animar,
estaba dispuesto a cruzar el río e ir en su búsqueda si hacía falta, pero sabía
que lo más sensato era esperar a que llegará el verano.
El la intentaba convencer,:- Cariño
estamos en primavera, lo peor ha pasado, pronto iré en tú busca.
Pero para ella aquello no era
consuelo, aunque fuera en su búsqueda, la torre era muy caprichosa y no lo
dejaría entrar. Nada de lo que había hecho tenía sentido, la joven se sentía
desesperada, ya no podía ni leer las palabras de su amado. Finalmente tenía
valor para saltar de aquella ventana y acabar con todo de una vez.
Pero al asomarse a la ventana,
cuando estaba a punto de saltar, vio que los campos estaban de un verde esplendido,
y que los arboles estaban en flor. De repente pensó en las palabras de su
amado, era verdad, ya era primavera, quedaba poco para el verano. Quizás la
torre no abría sus puertas para permitir la unión de aquellos dos amantes, pero
y si, si las abría. Valía la pena esperar, era pequeña la posibilidad pero existía.
Así que la joven recupero sus
fuerzas y bajo hasta el primer piso, se dio un masaje en aquellos sillones tan fantásticos, y a continuación fue subiendo uno a uno los
pisos, sin prisa, inspeccionando. Como había hecho el día en que entro, incluso
mejor, se paro en cada piso y disfruto de cada actividad, así el tiempo le paso
más rápido.
Al cabo de cuatro días, ya estaba
de nuevo en la cima de la torre, y pudo ver a su amado. Él miraba hacía la
torre, aunque no la podía ver a ella. Luego charlaron y ella le explico que
estaba esperando la llegada del verano.
Y al día siguiente por fin llego el
verano, el amado dio un salto de la cama y cruzó lo que quedaba de río a toda
velocidad, y se dirigió a las puertas de la torre rogándoles que se abrieran,
pero estas no le escuchaban. Desesperado se puso a llorar ante aquellas
puertas.
La joven se asomó a la ventana, y pudo
ver llorar a su amado, lo que le provocó tanta pena que varias lágrimas le
resbalaron de la mejilla, cayendo sobre los hombros de su amado. El levantó la
vista, y la vio en aquella ventana, jamás la había visto tan hermosa, algo en
aquella torre la había transformado. Desgraciadamente, como las puertas no
respondían, la joven se volvería loca y saltaría desde la cima, fue lo que
pensó él desesperado.
La joven empezó a bajar los pisos
de la torre a toda velocidad, tropezó varias veces, afortunadamente no llegó a
caerse. Y después de un par de horas, se encontraba al otro lado de las puertas
en las que su amado la esperaba.
Ella golpeo las puertas con fuerza,
el seguía arrodillado esperando un milagro. La joven se tiro al suelo
desesperada y comenzó a llorar, al ver que las puertas de la torre no se
abrían.
Después de un rato se tranquilizo y
dijo:- He aprendido la lección, aunque sin duda mi motivo fue noble, lo movió
la impaciencia. Y la impaciencia no es buena. He tenido que esperar la llegada
del verano igualmente, para tener cerca
a mi amado, y ahora que esta aquí, ni siquiera puedo tocarlo.
La joven después de aquello, se
resigno y se dirigía a subir las escalares, para dejar libre a su amado,
merecía ser libre, si ella iba a tener que pasar el resto de los días en
aquella torre.
Pero al pisar el primer escalón,
las puertas de la torre se abrieron. Los dos amantes se miraron y corrieron el
uno a los brazos del otro. El amado estaba dispuesto a vivir dentro de aquella
torre con la joven, y la joven estaba dispuesta a esperar la llegada del
verano, si eso les permitía estar juntos, al menos una vez al año.
Y en aquel momento se fundieron en
un gran beso. Tanto los poblados del amado como de la joven, se acercaron a ver
que sucedía, al ver que aquella torre ya no existía.
En lo que dura un beso, la torre se
había transformado en una pequeña casa de madera. Los jóvenes ni siquiera se
habían percatado de ello.
Ahora los amantes tenían donde
vivir, y habían destruido para siempre la maldición de la torre. La joven había
tomado aquella decisión de corazón, y además había aprendido de sus errores.
Por otro lado el amado, había demostrado tener una paciencia infinita, y estaba
dispuesto a encerrarse en la torre para poder estar con su amada.
Ambos jóvenes se amaban de corazón
y por ese motivo la torre, decidió perdonarlos y darle un hogar dónde pudieran
compartir sus vidas, sin largas esperas, y sin sacrificios innecesarios.
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