domingo, 10 de febrero de 2013

REVISTA MENUDOS CORAZONES Nº 24 CUENTOS DE NAVIDAD

RINCÓN ARTÍSTICO

Cuentos de Navidad 



   La Navidad se transforma


-¿ Que es eso de la Navidad?, preguntó el pequeño Oliver a su madre. El pequeño Oliver tenía cuatro años recién cumplidos, y se hizo aquella pregunta al ver ciertos anuncios televisivos: turrones, juguetes, cava…. La madre miró a Oliver con cierta tristeza y le dijo:
- La Navidad es algo que sólo los afortunados pueden tener. Espero podértela dar algún día, hijo.
Oliver se quedó triste ante aquella respuesta, pero no perdió la esperanza de ser afortunado algún día y vivir su propia Navidad.
Pasaron los días, y el pequeño Oliver siguió investigando sobre el tema. Llegó la mañana de Navidad. Oliver madrugó mucho y fue corriendo a despertar a su madre. Ella abrió los ojos con cierta dificultad y vio como el pequeño le entregaba una tarjeta hecha a mano con un folio reutilizado. Pero aquella tarjeta era igualmente hermosa, llena de colores, de dibujos y sobre todo con un mensaje esperanzador: ”Me das Navidad cada día, pues me siento feliz de estar contigo”. La madre de Oliver comenzó a llorar. Y el pequeño preguntó: – ¿Por qué lloras, mamá?.
- Porque no sabía lo afortunada que era, hasta este instante-, dijo la madre de Oliver mientras abrazaba fuertemente a su hijo.
Y este comentó: -Claro que si mamá, nosotros tenemos Navidad cada día.

Ganadora del concurso Cuentos de Navidad de Cadena Ser. Cuento: “La Navidad se transforma”. Emitido en el programa La Ventana el 10 de  Diciembre del 2010.


EL CALEIDOSCOPIO


Recuerdo que era Navidad, los adornos por toda la casa, en especial el árbol que se alzaba  hasta casi tocar el techo; adornado con bolas de colores y serpentinas doradas; lo hacia visible antes mis ojos, ante los ojos e una niña de seis años que creía fielmente en la magia, en Papá Noel y en los Reyes Magos.
Salí a pasear de la mano de mi padre, fuimos a ver juguetes y en cuanto lo vi, tuve claro que ese y no otro tenía que ser mi regalo de Navidad. Era un simple tubo adornado con una familia de ositos, que celebraban la navidad, ya que los más pequeños sostenían adornos para el árbol: bolas coloridas, estrellas llenas de luz, ángeles… Los osos eran entonces mi animal favorito, dormía con un pijama de ositos, tenía una camiseta con la foto de un oso de verdad y cientos de peluches en forma de osos de todos los tipos, colores y tamaños. Desde el oso parto, al oso polar. El oso polar de color blanco, que vivía en el hielo y era mi favorito de mis favoritos. Hasta osos de colores singulares, como un osito rosa, o incluso un oso con una pajarita roja de lunares blancos.
Pero ese tubo no llamo mi atención solo por los osos, si mirabas a través de él, podrías ver, montones de composiciones distintas. A cuál más extraña y para mi hermosa. Estrellas convirtiéndose en flores, flores convirtiéndose en círculos, círculos en rombos y así hasta una infinidad de mezclas de formas y colores, tan distintas e iguales. Mirar a través de aquel tuvo, me hacía sentir capaz de viajar a otros mundos, de vivir mil aventuras en un solo instante.
Solo podía insistir a mi padre para que aquel fuera mi regalo:  - Papá, papá quiero el tubo ese con osos bonitos.
-          ¿El caleidoscopio?- Respondió mi padre con una amplia sonrisa.
-          El calidoque…- Dije puniendo una mueca muy típica en mi, cuando algo despertaba mi hambrienta curiosidad.
-          Se lo pediremos a Papá Noel, pero tendrás que aprender a decirlo. – Dijo mi padre mientras reía.
De vuelta a casa, yo no para de intentarlo: - calicopio, calidoscpio, calidopia…- pero no había manera de conseguirlo. Mi hermano mayor se reía de todas las palabras que me había inventado en un momento e insistía; CALEIDOSCOPIO.
Seguí intentando aprender el nombre, pero al no conseguirlo, sentí que Papá Noel no me lo traería.
Por fin llego Noche Buena, y la hora de abrir los regalos,  me sentía algo triste, seguía intentando pronunciar el nombre del regalo que deseaba, pero del caleido…no acertaba ni una letra más.  Abrí mi primer regalo, convencida que mi tubo con osos bonitos no estaría. Pero cuando lo abrí, hay estaba. Al ser el regalo que esperaba sentí tanta emoción que sin pensar dije: 
- El CALEIDOSCOPIO que quería.



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