Me ha dejado, no puedo creerlo. Me han dejado otra vez. Creo que es
momento de tener mi instante Colhogar, lo necesito, como la chica del
anuncio, aunque yo no me llamo Clara, ni tengo 28 años, ni mi quinto novio
acaba de dejarme.
Lo peor de todo, es que no pienso en lo mucho que lo quería, sino
en que ya tengo 30 años y se me pasa el arroz. No puedo dejar de preguntarme,
con el pijama puesto en este sofá (del
que no pienso salir hasta cumplir los 40),
¿porqué este miedo al compromiso?
Desde luego, quiero animarme pensando que tengo muchas cualidades
como persona, pero mi desastrosa vida sentimental, no me ayuda a creerlo.
Mi historial comenzó a los 17 años.
¡Oh! El primer amor, el que parece eterno. Recordarlo crea en mi la
necesidad de comer helado de chocolate, pero no de cualquier manera: a
cucharones directamente de la tarrina, y por supuesto en pijama y sentada en el
sofá, mientras veo una película romántica, que intenta provocar un sentimiento
de esperanza en el espectador, aunque no siempre lo consigue.
Como iba diciendo, el primer amor, el inocente primer amor. El
chico más fantástico del mundo se fija en ti, y tú ni siquiera sabes como
puedes ser tan afortunada. Alguien de repente
te encuentra irresistible, adorable, eres tan dulce e inocente. ¡Sobretodo
inocente!, pero tardas años en descubrir el pastel: yo concretamente tardé 10
años. Y me plantó el día de la boda, ni más ni menos. Después de diez años, el
día de la boda, me manda un SMS, (no tuvo ni la decencia ni el valor de
decírmelo a la cara), y pone algo así como:
- No estoy preparado.
Ante algo así, tú sólo puedes pensar dos cosas: pues haberlo
pensado antes, y ¿que hago yo con el vestido ahora?. Suerte que las nuevas
tecnologías te permiten solucionar estos pequeños problemas. ¿Qué haces ahora
con el vestido?: hay que deshacerse de él y lo más rápidamente posible. Por
varios motivos, en primer lugar, porque tener en el armario un vestido de novia
puede hacer correr al más valiente de los hombres. Imagínate, que invistas a
ese chico tan especial a cenar, y al abrir el armario ve un vestido de novia,
sale por pastas, fijo.
Su primer pensamiento sería que ya estás preparando la boda, cuando
ni siquiera te has ido a la cama con él. ¡Qué desfachatez!.
Pero hay motivos peores, por ejemplo, puedes tardar tanto en
encontrar a alguien con quien casarte, que seguro que el vestido luego no te
cabe. Menuda depresión, pues el arreglo del vestido por esos kilos de más (que
tantos años te han costado acumular), seguro que es más caro que uno nuevo.
Y finalmente, si eres supersticiosa jamás guardes ese vestido,
porque imagínate, que ese chico tan majo al ver el vestido en el armario se
quiere casar contigo, que tú estás estupenda y el vestido te sigue quedando
como un guante, pero que el día de la boda te vuelven a plantar, porqué el
vestido esta gafado. ¡Eso debe ser horrible¡.
Por esos motivos y otros que
ni siquiera mencionaré, decidí pasarle el marrón del vestido gafado a otra, y
venderlo por eBay. Lógicamente no recuperaría todo el dinero que me gasté, pero
con un poco de suerte, me libraba de la mala suerte, que ya es mucho.
Además con la cantidad de helado de chocolate que estoy comiendo
desde entonces, seguro que tendría que gastarme una fortuna en los arreglos.
Finalmente alguien con poco dinero, se compró mi vestido de novia,
lo que nunca sabré es si se llego a casar con él, o la plantaron como a mí. Es
una pregunta que muchas veces me hago.
Pero ya se sabe que cuando a uno le pasan desgracias, uno cree que
es el único desgraciado del mundo, sobretodo cuando la gente intenta
consolarte. Porque vender el vestido por Internet, no fue lo peor de aquella
historia.
Aquel mismo día, el mejor amigo de mi exnovio, intentó animarme. También lo intentaron el
padrino, el primo de mi exnovio…..afortunadamente mi debilidad emocional no era
tal, y mi estado emocional tendió más hacia el cabreo irracional y las ganas de
matar a alguien: lo que acabó con un ataque de histeria. Me recuerdo rompiendo las flores que adornaban la iglesia,
el velo, y algunas otras cosas que encontré en mi camino. Aquella furia
descontrolada, acabó por disuadir a aquellos chicos, que con tan buenas intenciones, intentaban
consolarme en mi desgracia.
Pero aún quedaba más, mis padres estaban totalmente descolocados; me
miraban con aquella cara de pena, que sólo unos padres saben poner para hacerte
sentir aún mucho peor. Mis suegros desaparecieron en un intento desesperado de
hacer entrar en razón a su hijo, pero aún hoy siguen sin conseguirlo, por lo
menos a mi sigue sin llamarme para decirme que ha cambiado de opinión, que se
arrepiente de aquel fatídico día, que lo siente, por lo menos se podría haber
disculpado.
Y las amigas, ellas son las peores: intentan sacarte de fiesta
constantemente, y que te líes con el primero que aparezca diciendo aquello de que
te quiten lo bailao. La verdad es que no perdonaron que no me liara con el
padrino, que estaba muy bueno (según ellas).
Pero yo sólo quería sentarme en el sofá con mi pijama, y comer
helado de chocolate, como estoy haciendo ahora exactamente. Pero después de
unos días insistiendo tuve que hacer caso a mis amigas y salir de casa ya que
encerrarme en mi misma, sólo me haría más daño.
Y al final acabé conociendo a otro chico. A los dos meses, cuando
aún no había conseguido vender el vestido de novia. Otro chico aparentemente
encantador y maravilloso. Esta vez sí, era sin duda el amor de mi vida. A las
dos semanas hasta dudé si quitar el anuncio para vender el vestido de novia.
Al cabo de tres meses, después de una relación pasional intensa, (que
por supuesto me hacía olvidar que mi primer amor me había plantado en altar),
me enteré que estaba saliendo con otra chica. Es decir que el primero me plantó,
y el segundo me fue infiel.
Yo ya creía que las cosas no podían ir peor, y esta vez, no hice
caso a mis amigas y me puse a comer chocolate como una loca. Pero cumplía 28,
era joven y hermosa, y debía seguir adelante con mi vida. Puede ser que el
clavo de repuesto no funcionara bien, pero eso no quería decir, que muy cerca
de mí, no estuviera el hombre de mi vida. Así que a regañadientes salí a
celebrar mi cumpleaños, cogiendo una taja importante; con la consecuencia que a
partir de las dos de la madrugada no sabía muy bien lo que me hacía. Y aquel
día volví a encontrar al hombre de mi vida, (bueno, al que creí que lo sería).
Ese camarero tan sexy de la discoteca, no había duda, esta vez era él, cómo
bailaba, cómo reía, cómo…. en fin, tenía la certeza.
Otra relación pasional, que me hizo olvidar el plantón en el altar
y por supuesto aquellos tres meses con el primer clavo de repuesto. Esta vez la relación con el camarero sexy,
cómo era de esperar, si lo piensas bien, acabo en cuanto yo empecé a necesitar
algo más serio. Digamos que este chico, no era hombre de una sola mujer…. y la
verdad es que siempre he pensado que no le gustaban sólo las mujeres….
Finalmente aquella relación duró aún menos que la anterior, en realidad, no
creo que durara ni un mes. Aunque hay que reconocer que me lo pase bien durante
ese tiempo, todo sea dicho….
Esta vez no necesité mi terapia de helado de chocolate particular.
El mismo día que el camarero sexy me
dijo “no puedo darte lo que necesitas” mientras se liaba con otra chica en la
discoteca, exacto, lo habéis adivinado, volví a conocer al amor de mi vida.
Esta vez era él sin duda alguna, era sexy pero por su aire
intelectual. No era el típico chico que encuentras en la discoteca y por ese
motivo me gustó desde el primer instante. Esta vez decidí ir más despacio, y
controlando mis impulsos lo conseguí: hasta hace poco, aquel chico de aire
intelectual con gafas, bien vestido con americana y camisa y sobretodo, con un
afeitado perfecto, fue mi pareja.
Ahora estaréis pensando que no me puedo quejar, que no me ha ido
tan mal. Pero no olvidéis, que me ha dejado. Y la verdad que por muchas veces
que lo vivas, duele y duele. Porqué cuando tienes una relación surrealista, como
me paso con los dos clavos; lo superas. Pero cuando tu pareja te vuelve a decir “no estoy preparado”, estás a
punto de volverte loca.
La verdad es que si lo piensas bien, mejor que me lo haya dicho
ahora, después de dos años de relación, supongo que el paso de convivir con una
persona también es un paso serio y difícil. Mejor eso, que otro plantón en el
altar, porque entonces sino le puedo echar la culpa al vestido…¿ a qué se la
hecho?.
De repente siento que ya no quiero buscar al hombre de mi vida, en
todo caso que me busque él a mí. Yo ya estoy cansada de encontrarlo en todas
partes y equivocarme siempre……. ¡Vaya!, os tengo que dejar, llaman al timbre.
Relatos de amor. Varios autores. Editorial Kit-Book. Publicación:
“El hombre de mi vida”. Primera edición: Enero 2011.
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